Haak-Sung:
El número de demonios continuó incrementandose gradualmente. Ellos nos atacaron en grupos. Yo pinché sus ojos, se los saqué, los golpeé y los lance por ahí. Pero, no fui capaz de defenderme y de atacarlos al mismo tiempo. Ellos fueron muy numerosos. Mi fuerza comenzó a debilitarse y yo pensé, “Si solamente tuviera la Santa Espada, sería capaz de derrotarlos a todos ellos con certeza….” En medio de la batalla, pensé en esto muy a menudo. Debería orar más para recibir el poder de DIOS. Debería también leer más diligentemente y estudiar Su Palabra. Si yo hiciera todo esto, sería capaz de recibir la espada del Espíritu Santo.
A medida que luchaba hoy con los demonios, me dí cuenta de varias cosas. Mientras más los derrotaba, más aumentaban en número y atacaban. Yo no tenía idea en donde se escondían. No solamente aparecían nuevos demonios para atacar, sino que los que habían sido derrotados por Joseph, Joo Eun, y Yoo Kyung una vez, regresaban y atacaban. Estabamos realmente asombrados por la cantidad de demonios que estuvieron atacándonos durante el tiempo de oración. Ellos son como buitres, forman un círculo alrededor de su presa a medida que más se unen. Cuando es el momento del festín los buitres irrumpen contra su presa. Los demonios atacan en formas similares, todos a una misma vez y aquellos que no eran visibles aparecían de la nada. Aquellos que se escondían estaban esperando el momento oportuno. También fui capaz de ver a Satanás en el infierno. Él estaba gritando sus órdenes a sus subordinados a medida que ellos se desplegaban para unirse al ataque. Nunca había experimentado una batalla con tantos demonios. Hoy, habían enjambres de demonios prendidos al cielo raso y a las paredes de la iglesia. Había tantos de ellos que nada era visible excepto los demonios.
Lloré a DIOS para que me concediera el fuego Santo. “DIOS Trinidad! Por favor, concédeme el Fuego Santo! El fuego que quema demonios!” DIOS me concedió una bola de fuego. La bola de fuego rápidamente entró en mi pecho. Tan pronto como el Fuego Santo fue colocado en mi cuerpo, los demonios comenzaron a evitarme. Antes de que el fuego entrara, me estaba cansando mucho, pero poco después de que el fuego ardiente entró en mí, mi fuerza se recargó. Fui capaz de cazar y derrotar demonios. Después de que derroté a todos los demonios, hice una oración de gratitud al Señor. Yo estaba muy agradecido por todo. Luego, recordé los días cuando rompí el corazón del Pastor y con esos pensamientos, lágrimas comenzaron a llenar mis ojos.
Durante la mitad del servicio, el Pastor llamó “Sam” y yo instantáneamente respondí, Amén.
El Pastor lideró un servicio extremadamente poderoso. Noté que mi alma y mi espíritu rápidamente han estado creciendo y cambiando. Soy una persona totalmente diferente de lo que era hace dos meses atrás. Además, estoy despierto espiritualmente y soy capaz de profetizar, discernir espiritualmente, orar en lenguas, obtener palabra de conocimiento, sabiduría y soy más fuerte en mi fe. Cuando converso con Jesús, a menudo veo el trono del Padre. Aunque el Espíritu Santo es un Espíritu, yo soy capaz de alguna manera de verlo a Él con mis ojos espirituales. Me husta mucho venir a la iglesia, es divertido y emocionante. Estoy muy a gusto de tener un servicio que dure toda la noche. Es difícil para mí expresar todo el gozo que experimento cuando evangelizo y oro. Me gusta mucho esto. El servicio comienza durante la noche y dura hasta la mañana, usualmente alrededor de las 6 o 7 am. No es aburrido en absoluto, de hecho, es divertido. Después de la reunion de oración, nosotros testificamos el uno al otro hasta las 5 am. También nos juntamos para comer bolas de arroz. Una vez que terminamos de comer temprano en la mañana, continuamos orando por un rato más hasta que el sol comienza a brillar. Una vez el rally de oración ha terminado, el Pastor nos lleva de regreso a nuestras casas. Jesús nos acompañaba en nuestro viaje de regreso, Aleluya!
Hermana Baek Bong Nyo:
Como fervientemente oré en lenguas, Jesús apareció. Rápidamente sentí que estaba a punto de llevarme al infierno una vez más. Parecía como si el Señor estuviera un poco titubeante con respecto a mi viaje. Antes de que el Señor fuera capaz de hacerme una pregunta, yo le pregunté a Él. “Jesús, ¿por qué estás vacilante? Yo sé que estás a punto de llevarme al infierno otra vez, ¿verdad?” El Señor tuvo en su rostro una expresión embarazosa. Yo no podía desobedecer al Señor. “Jesús, si tú no me muestras a mi familia en tormento, te seguiré hasta los confines del infierno. No quiero ver a mis padres en tormento.” El Señor tomó mi mano sin decir una palabra.
Como es usual, una vez el Señor tomó mi mano, estuvimos en el infierno. Comenzamos a caminar a través de un camino angosto. En corto tiempo, el olor a cuerpos putrefactos comenzó a llenar el aire. Llegamos a un amplio campo. Allí había innumerables cruces alineadas. Todas estaban enterradas profundamente en la tierra. Había muchas personas colgando de las cruces y muchos más, esperando en largas filas para ser crucificados. Mi madre estaba también presente entre la multitude, esperando a ser clavada en la cruz. Ella se paró bajo una de las cruces desocupada.
Una criatura atemorizante y de gran tamaño vigilaba las cruces. Cuando fue el turno de mi madre, la criatura ató a mi madre sobre la cruz y la preparó para ser clavada. La criatura me miró y volteó hacia ella hablándole, “Dile a tu hija que no vaya a la iglesia y que pare de creer en Jesús en este instante. De otra forma, realmente morirás hoy!” Mi madre se veía llena de miedo. La criatura me miró e irrumpió, “Si tú dices que tú pararas de creer en Jesús, yo perdonaré a tu madre y no la atormentaré. Dilo! Dí que dejarás de creer!” Este intentó negociar conmigo. “Dilo ahora! Haz tu voto! Apúrate!” -demandaba. La situación era muy tensa. La criatura tenía un cuerpo humano pero la cabeza era de un caballo. Era abominable, no podía mirarla directamente a los ojos. La criatura jaló una espada grande brillante y ordenó a sus subordinados. Los subordinados rápidamente obedecieron y se movieron. La criatura luego presionó a mi madre. “Rápido! Dile a tu hija! Ahora! El infierno está en caos por culpa de tu hija. La iglesia a la que tu hija está asistiendo ora toda la noche. Nosotros somos perturbados en cada camino. Humanos que se suponen que deberían venir al infierno están yendo a la iglesia y nosotros estamos frustrados. Rápido! Pídele a tu hija ahora! Su Pastor está escribiendo un libro que revelará nuestras identidades y revelará el infierno. Debemos detenerlo!. Ahora, rápido, pídeselo a tu hija!”
Las lágrimas de mi madre incesantemente rodaban por sus mejillas al tiempo que me miraba. Como Jesús estaba parado al lado mío, mi mamá no fue capaz de decir ni una palabra. Ella sólo agachó su cabeza y continuó llorando. La criatura se impacientó y explotó en ira. Mi madre fue desnudada y colgada sobre la cruz. La ataron fuertemente con una cuerda. En poco tiempo, mi hermanito y mi sobrino fueron arrastrados y desnudados, colgados sobre cruces también. Sin vacilar, la criatura maligna comenzó a clavarlos sin misericordia. Luego, rebanaron sus carnes. Sus carnes fueron rebanadas desde la parte de arriba de sus cabezas hacia el final de los dedos de los pies. Sus cuerpos fueron cortados hasta los huesos. La carne de mi familia fue tirada dentro de una olla de aceite hirviendo. Mi madre, mi hermanito y mi sobrino tenían solamente sus ojos y oídos que permanecieron con su figura esquelética.
Todo lo demás fue rebanado. Aun en ese estado, ellos fueron capaces de gritar. “Bong Nyu! Vete rápidamente! Te dijimos que no regresarás más. ¿Por qué continuas viniendo? ¿no ted a dolor vernos en tormento? Por favor, no vuelvas!” Balbuceando, grité, “madre, mi pobre madre! Después de tres visitas, no sería capaz de volver aún si lo deseara. Jesús dijo que después de la tercera visita, Él ya no me traería más aquí. Mi corazón sufre mucho cuando los veo en tormento! La criatura interrumpió y gritó una vez más con voz de trueno. “Le preguntaré por ultima vez! Esta es su ultima oportunidad! Dile a tu hija que no crea en Jesús. Rápido! Oblígala a dejar de orar y asistir a la iglesia! Rápido!” Hablé a favor de mi madre “Tú criatura maligna! Si tienes algo que decir, háblame a mí. ¿Porqué estás atemorizando a mi madre? Si alguna vez logro atraparte, vas a estar muerto!”. Al reprender a la criatura, ésta rápidamente corrió hacia mi madre como una bala. La creatura le despellejó el cuero cabelludo a mi madre, le rebanó las orejas, y le arrancó los ojos. Mi madre gritaba de dolor. “Ayúdame, por favor!” yo no podía soportar ver a mi madre. No hay palabras para expresar esta escena! Mi hermanito y mi sobrino experimentaron el mismo tormento que mi madre. La criatura tiró las sobrantes partes del cuerpo dentro de la olla de aceite hirviendo y yo podía escuchar los gritos de mi familia en agonía. El enojo de la criatura no estaba satisfecho. Llenó una vasija de insectos y lo colocó justo debajo de mi familia. Los insectos se metieron rápidamente para adherirse a los cuerpos de mi familia. Estos royeron y masticaron, penetrando dentro de sus huesos. Mi familia gritaba. Parecía como si mi madre fuera la que estuviera experimentando el mayor dolor. Mi madre gritaba, “Demonio, yo ya estoy muerta! ¿por qué atormentas a una persona muerta? Demonio! Quita estos insectos! Detén este dolor! Por favor!. Aunque yo sabía que esto era imposible, le pregunte a Jesús. “Jesús! Cuando será el fin de este tormento?” Yo estaba gimiendo. Jesús expresó con compasión, “Una vez que alguien ha entrado al infierno, no puede escapar o tener otra oportunidad. Siempre estará en tormento una y otra vez por toda la eternidad.” Yo supliqué, me aferré al Señor, llorando, “Jesús! Mi madre va a estar en agonía eternamente en el infierno. ¿cómo podría vivir felizmente en el cielo? Yo no puedo presenciar más la miseria de mi madre. Por favor déjame tomar el lugar de mi madre para que ella pueda ser salvada!” Pero, Jesús rápidamente llamó a los ángeles. Casi me desmayo debido al shock en el infierno. Con la orden del Señor, el arcángel Miguel y otros ángeles vinieron a ayudarme a volver a la iglesia del Señor. Jesús aún llamó a Moisés y le pidió que me confortara. Jesús y Moisés también estuvieron acompañandome en el dolor. Ellos fueron de apoyo, secaron mis lágrimas y me confortaron. Al ver mis lágrimas caer, ellos se afligieron conmigo.