Baek Bong-Nyo:
Mientras estaba orando Jesús vino y me habló, “Bong-Nyo! Hoy quiero probarte para ver cuánto ha crecido tu fe! ¿estás lista?” Yo respondí confiadamente, “Sí, Señor! Estoy lista!” Luego, Él se desvaneció. Oré en lenguas cuando ángeles vinieron y me vistieron con un traje con alas. Los ángeles también se desvanecieron rápidamente.
Hasta ahora, cuando oraba, Jesús y los ángeles me guiaban de la mano hacia el cielo o el infierno, pero no ésta vez. Mirando hacia atrás, me doy cuenta que yo quería hacer las cosas a mi manera y que muchas veces interpelé a Jesús con mi conducta. Todavía habían cosas en mi carácter que no estaban bien, residuos de ese carácter y frecuentemente yo cuestionaba o atacaba a nuestro Señor con irrespeto. Nuestro amado Señor pacientemente esperó que mi fé inmadura creciera y resistió todas mis quejas.
Comencé a orar con un corazón ferviente y mi alma comenzó a volar hacia el cielo, llevando puesto este traje alado. Pero, qué estaba pasando? No importaba que tan fervientemente orara, yo volaba muy lentamente. Era frustrante, pero no me dí por vencida, y continué orando diligentemente. Pronto estaba completamente exhausta. No podía ver nada, solo una patente oscuridad.
Todas las veces anteriores, había sido capaz de ver ángeles, pero hoy fue especialmente extraño verles. Me dí cuenta de cuanto amor yo había recibido del Señor. Me dije, “El Señor dijo que quería probar mi fe” entonces, oremos diligentemente y continué orando. Pero todos los obstáculos que se puedan imaginar se amontonaban ante mí, y me encontré a mí misma en el punto original de partida.
Hasta ahora, cuando oraba en la iglesia el Señor venía y me mostraba todo, entonces me volví arrogante sin darme cuenta. Yo recordé la pregunta que hice a los ángeles quienes estaban vistiéndome con el traje alado justo pocos momentos antes. Les pregunté dónde estaba Jesús y ellos contestaron, “Ahora mismo Él está esperando por ti para que se encuentren en la Vía Láctea.” Desafortunadamente, estaba retrasada porque me estaba moviendo muy lentamente, y mi fe por sí sola no era suficiente para elevarme tan alto!
Oré sinceramente por largo rato, pero todavía no podía ver nada. Muchos pensamientos cruzaron por mi mente, y comencé a arrepentirme. Sin la ayuda de Jesús, no podía hacer nada! Me sentía como si continuamente me estuviera hundiendo en un lodazal, luego, repentinamente, sentí que estaba encerrada en algo. Algunos objetos se estaban moviendo frente a mis ojos y me dí cuenta de que estaba encerrada en el infierno en una celda oscura!
En esta oscuridad, no había nada visible, solamente demonios pululaban alrededor. Incontables demonios me sostenían por los pies y por todo el cuerpo. No me dejaban caminar ni moverme. Comencé a orar en lenguas, cuando repentinamente maldiciones salían de mi boca involuntariamente. “Ey, ustedes espíritus inmundos! ¿Por qué me están molestando? Váyanseal diablo lejos de mí!” Yo no podía parar de maldecir, y todo el lenguaje sucio que usaba en mi vida pasada antes de conocer a Jesús salía de mi boca. Pero, no importó cuantas malas palabras yo dijera a los demonios, ellos no paraban sus implacables ataques sobre mí. Yo clamé a Jesús. “Jesús! Por favor ayúdame!” “¿Cuánto tiempo había pasado?” Continué clamando al Señor y orando diligentemente en lenguas y sin mi conocimiento, de alguna manera escapé del infierno. Estuve volando hacia el cielo cada vez más y más alto. Estaba orando también, cuando en la atmósfera, demonios fuertes y poderosos comenzaron a prepararse para atacarme. Podía ver claramente el interminable desfile de demonios detrás de ellos. Pensé que estaba a salvo ahora que había escapado del infierno, pero no fue así. Estaba en problemas.
Todavía no podía ver ningún ángel o a Jesús por ninguna parte. Tenía que enfrentar a ese ejército de demonios yo sola!. Nunca me imagine que me fuera a enfrentar con un escenario como éste. No sabía que habían ejércitos de demonios en la atmósfera cuyo propósito era y es distraer a los cristianos para que sus oraciones desde la Tierra no lleguen al Cielo. Como un niño que gozosamente camina junto a sus padres agarrado de la mano, así Jesús siempre agarraba mi mano y me guiaba al cielo o al infierno. Fui tan ingenua y pensé que todo iba a ser fácil y oré sin cuidado.
Los demonios ponían obstáculos con cada progreso que yo hacía, tratando de distraerme para que no siguiera adelante. Lloré sinceramente y las lágrimas y el sudor cubrían todo mi cuerpo. En ese momento un demonio gritó. “Ey, mira allá! Otra oración desde la Tierra está ascendiendo!” Luego otro contestó, “Ey, esa oración no tiene poder ni autoridad!”. Como si tomaran una manzana y se la comieran, los demonios tomaban y se comían las oraciones que estaban ascendiendo desde la Tierra.
Supe después que una oración sin poder es una oración sin éxito, no sirve para nada. Una oración hecha mientras se está dormitando, desconcentrado en la oración, llena de deseos humanos o físicos, oraciones egoístas, oraciones hipócritas, son este tipo de oraciones y sorpresivamente, fui capaz de distinguir todos los diferentes tipos de oraciones que ascendían desde la Tierra. Estas oraciones eran las frutas favoritas de los demonios e inmediatamente las devoraban por completo. Me dí cuenta que solamente la oración llena con desesperación (como si fuera de vida o muerte), y aquellas oraciones con llantos sinceros traspasan a través del firmamento hacia el cielo. Aprendí un poco más porque el pastor lloraba tan fuerte y gritaba en desesperación cuando él oraba. A menudo pensaba, “Hay muy poca gente aquí, ¿por qué él grita tan fuerte?, ¿tiene él que gritar tan fuerte? Honestamente, hubo momentos en que me obligué a mi misma a orar aunque estaba irritada por los fuertes llantos del pastor. Justo después, sin yo saberlo, comencé a arrepentirme y supé con certeza la razón por la cual, necesitamos orar de esa forma.
¿Por cuánto tiempo oré? Estaba exhausta y no me quedaban fuerzas. Justo cuando vi a la distancia muchas estrellas de la Vía Láctea, las cuales brillaban fuertemente! Inmediatamente, en ese momento, hice un esfuerzo y comencé a orar en lenguas. A duras penas llegué a la Vía Láctea, completamente exhausta, y allí, mi amado Jesús me saludó jubilosamente.
Tan pronto como Jesús me vio Él me sonrió y dijo, “Bong-Nyo! Lo hiciste grandioso! Estoy orgulloso de ti!” Yo estaba un poco molesta en ese momento, por lo que cuestioné a Jesús con una mala actitud. “Señor! ¿cómo me hiciste esto? Tú me lo podías haber explicado, pero en lugar de eso, ¿cómo no me advertiste?” Cuando terminé Jesús solo se rió. Después de intercambiar solo algunas palabras Él desapareció una vez más. Repentinamente, todo se hizo oscuro y me encontré de pie al borde de un abismo en el infierno.
El Señor me dejó sola una vez más para probar mi fe. Pronto, un demonio similar a un delfín trató de atacarme y morderme, tenía su boca abierta mostrando sus afilados dientes. Entonces hice un gesto como si fuera a rasguñarlo y grité, “Vamos, atrápame si puedes!” El demonio simplemente se desvaneció.
Ví un camino estrecho delante de mí, entonces comencé a caminar. Caminé por un tiempo cuando noté que algo venía acercándose hacia mí. Era un demonio desagradable con cabeza pero sin ojos ni nariz. Tenía una gran cortada desde su oreja izquierda que le cruzaba la cara y dientes bien afilados como dientes de tiburón.
Cuando estuve frente a frente con este demonio dije, “Ey, He peleado y derrotado a demonios más grandes que tú. Tú eres nada para mí! Dentro de mí está el fuego de Dios. Tú te quemarás y volverás cenizas en el momento en que toques mi cuerpo! Te reto a que vengas aquí y pelees conmigo!” Este demonio estaba asustado y rápidamente huyó. Yo caminé sola, y parecía que me estaba adentrando a las profundidas del infierno. Estaba aterrorizada y temblando, pero no quería demostrarlo.
Continué caminando cuando vi una hoja grande adelante. Esta parecía tener vida propia. La hoja se abrió y cerró repetidamente intentando tragarme. Pero, grité, “Está bien! He venido aquí para matarte! Vamos a ver quien sobrevive!” Yo ataqué enérgicamente, luego el demonio se desvaneció.
Seguí adelante cuando vi enjambres de demonios, como insectos, a ambos lados del camino tratando de agarrarme. Escuché aterrorizantes gritos de demonios que me dieron escalofríos. Los ignoré y caminé orando con voz fuerte en lenguas. Grité aún más fuerte, “Dios de la Trinidad! Dame la fortaleza! Dame la fuerza y el poder físico y espiritual!” Y oré de todo corazón y pronto, el fuego santo estaba ardiendo dentro de mí.
¿Qué tan lejos viajé? Yo creo que ví el fin del camino, cuando un resplandor apareció ante mí y ahí estaba Jesús. “Sí! Finalmente estoy salva! Señor! Señor!” Y corrí y lo abracé. El Señor me sostuvo en sus brazos aún más fuerte y dijo, “Mi muy querida Bong-Nyo! Has pasado por mucho para llegar aquí! Siéntate a mi lado y te daré descanso!” Yo me quedé en los brazos del Señor y cerré mis ojos para descansar.
¿Qué estaba pasando otra vez? Cuando abrí mis ojos el Señor no estaba por ningún lado ¿cómo podía estar de regreso en esta oscura celda en el infierno? No importa cuan fuerte clamé al Señor, ahí solo había el eco del vacío. Clamé y clamé al Señor, pero Él no estaba allí. No podía creer que Jesús me hubiera engañado. Jesús dijo claramente, “Bong-Nyo! Tú lo has hecho muy bien. Ya casi terminas, sé paciente y descansa aquí!”. Cuando me estaba sintiendo segura Él me probó de nuevo.
Estaba encerrada en una jaula de metal como un animal de zoológico. Había incontables demonios de formas distintas rodeando mi jaula, mirándome fijamente; demonios femeninos, dragones, militares con cascos, leones, etc. Ellos se burlaron. Había cientos y miles de demonios militares llevando puesto cascos. Yo grité, “Ey, ustedes bastardos! ¿Quiénes son ustedes? ¿De dónde vienen?” y ellos respondieron, “Nosotros venimos de deambular de aquí para allá! ¿y tú?, ¿porqué estás aquí?” Yo expliqué que Jesús me llevó al infierno, pero que Él me dejó. Ellos se burlaron diciendo, “Ey! Tu Señor no regresará por ti! Este es el fin para ti!”
Yo comencé a orar en lenguas. Repentinamente, los ojos de los demonios que llevaban puesto cascos comenzaron a ponerse rojos. Me miraron con furia. El poder de orar en lenguas hizo efecto sobre los demonios y noté que se transformaban, entonces oré aún más fuerte. “Dios! Transfórmame en fuego ardiente!” Todos los demonios atacaron la jaula de metal queriendo demolerla. Pero el fuego santo ardiendo dentro de mí los quemó y convirtió en cenizas. Las barras de acero de la jaula no se dañaron, permanecieron intactas.
Una vez más los gritos de varios animales y las voces de los demonios resonaron por todas partes, y parecía que hubieran pasado meses. No importaba que tanto yo me esforzara, no podía salir del infierno. Gradualmente mi alma comenzó a sufrir el agotamiento y mi espera en el Señor se volvió en un dolor profundo. Pero no podía dejar de orar.
“Señor!, necesito fuerza!, dame fuerzas!. Trae sanidad y lléname con el fuego santo, entonces yo podré derretir la jaula de metal y escapar de aquí!” Abrí mis ojos pero todavía estaba encerrada en la jaula. “¿significará esto que estaré eternamente sufriendo en el infierno?” No me quedaban fuerzas y colapsé en una esquina. Sentía como si hubiera estado atrapada en la jaula por 4 meses.
Un rato después comencé a gritar otra vez. “Señor! Ayúdame! ¿Dónde estás?” Pero yo no veía nada. Los demonios continuaron atormentando mi cuerpo y peleé con ellos por 15 días.
“Señor! Ayúdame! Por favor, sácame! Ayúdame a escapar de éste lugar!” Estaba orando cuando repentinamente escuché a alguien riendo. Esta risa sonaba completamente diferente a la risa de un demonio. Era bondadosa, confortante, dulce, e instintivamente grité, “Guau! Es la voz del Señor!” El Señor apareció en medio de una luz brillante e iluminó la oscura jaula. Jesús comenzó a reír aún más fuerte diciendo, “Querida Bong-Nyo! ¿cómo estuvo tu experiencia en el infierno?” respondí, “Oh Señor! ¿cómo pudiste hacerme esto? ¿Me pusiste aquí para hacerme sufrir? ¿Por qué?” Yo estaba realmente afligida al quejarme y el Señor contestó, “Lo siento, Yo solo quería probar cuanto tu fe había madurado!”.
Cuando pregunté al Señor donde había estado, respondió que estaba en la Tierra visitando varias iglesias atendiendo sus amados rebaños. Yo le confesé al Señor mis más profundos sentimientos y pedí perdón. “Señor! Estuve amargada y resentida contra ti mientras estaba atrapada en esa jaula del infierno!” Perdóname!”. Repentinamente, mi tono cambió a y mis emociones afloraron. “Señor! Estuve atrapada en una jaula por 4 meses” y comencé a llorar.
El Señor continuó riendo más fuerte y cuando lo ví dije, “¿Por qué estás tan feliz de verme tan triste y miserable? Sufrí mucho en el infierno, pero ¿por qué te estás riendo como si esto fuera algo divertido? ¿Es diversión para ti verme sufriendo?” Él replicó tiernamente, “Bong- Nyo! han sido solamente dos meses desde que comenzaste a asistir a la iglesia, pero tu fe ha madurado mucho! Estoy orgulloso de ti!” Luego, Él suavemente me dió una palmadita en la espalda. Jesús tomó mi traje de combate que llevé puesto en el infierno y ordenó a los ángeles que me vistieran con un traje limpio y resplandeciente con alas. Luego Él dijo, “Tú has resistido mucho, entonces vamos al cielo!” y Él tomó mi mano y comenzamos a volar hacia el cielo. Hoy fue el día más duro que he vivido en toda mi vida. Cuando llegué al cielo muchos ángeles me sonrieron y animaron. “Hermana! Lo hizo bien! En el cielo todo lo que experimenté en el infierno es olvidado.
Yo sabía muy poco de la persona llamada Moisés quien dividió el mar. Le pedí a Jesús conocer a Moisés. Jesús me llevó a la orilla de una playa de arena dorada. Tan pronto como Jesús llamó a Moisés por su nombre, él se acercó y respetuosamente me saludó, “Bienvenida al cielo!” Moisés era muy alto y bien parecido.
Jesús me presentó a Moisés. Yo dije, “Moisés, señor! No lo conozco muy bien, pero se un poco porque escuché un sermón de mi pastor acerca de usted.” Él contestó, “Oh ¿de verdad? Hermana, me da gusto que esté aquí!” Yo continué, “cuando usted estuvo en la Tierra ¿no dividió el océano e hizo muchos milagros?” Moisés humildemente contestó, “Yo no hice nada, pero fue DIOS quien me dio toda la fuerza y todo lo que yo hice fue obedecer.”
Yo dije, “Yo sólo he asistido a la iglesia durante dos meses, pero en el momento que escuché de usted, quise conocerlo. Pero el Señor me ha llevado es al infierno hasta ahora la mayoría de las veces, entonces este momento se pospuso. Yo deseo ser testigo de uno de sus milagros, podría mostrarme algo?” Jesús permitió a Moisés construir una enorme montaña con la arena dorada. En un abrir y cerrar de ojos, habían dos picos de montañas. Moisés hizo muchos milagros que no pueden ser descritos con palabras. Uno que especialmente recuerdó es cuando lo reté a construir una casa de 600 pisos, y él simplemente levantó su mano en el aire y la hizo girar una vez, e inmediatamente, un edificio de 680 pisos apareció ante mí. Quedé con la boca abierta y no podía cerrarla. Él hizo una escalera dorada que conducía de la tierra al cielo. Yo dije, “Moisés, señor!” le pido disculpas por mi fe tan inmadura. Lo lamento, me siento avergonzada por ponerlo a prueba y hacerle tantas preguntas” y él respondió, “no te preocupes por nada y si todavía tienes preguntas, no dudes en preguntar.”
Yo pedí ver como partía el océano como estaba escrito en la Biblia, y él lo hizo. Fue una experiencia impactante, espectacular!. Jesús estaba observando en silencio a mi lado. Después que terminó la experiencia de los milagros, el Señor, Moisés y yo conversamos. “Jesús, Moisés! Yo soy una nueva creyente y no sé mucho, entonces creo que me apresuré con mis peticiones, por favor perdónenme! Lo siento. Cuando regrese a la iglesia voy a documentar y compartir con mi pastor lo que vi para que él lo escriba en el libro y el mundo lo sepa!” Ambos Jesús y Moisés expresaron su gozo. Jesús le dijo a Moisés, “Moisés, la hermana Baek Bong-Nyo debe regresar a la Tierra, entonces despídete!” Moisés respetuosamente inclinó su cabeza y dijo, “Adiós hermana!”
Jesús me explicó, “Aún en el cielo, Moisés siempre está ocupado. Él viaja alrededor de todo el cielo, con muchas cosas que debe cuidar!” Yo nunca olvidaré el encuentro con Moisés y Jesús en el cielo. Más tarde, Jesús me guió de regreso a la iglesia y yo concluí mis oraciones en lenguas.
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