Baek, Bong-Nyo:
Con cada visita al infierno, había un sentimiento que no podía imaginar, y es un lugar de miseria e infelicidad. Es un lugar que no se puede describir con palabras. Nuestra comprensión humana, entendimiento, sabiduría o conocimiento no sirven en este lugar terrorífico llamado infierno. Sólo existe eterno sufrimiento, agonía y gritos en este lugar.
El Señor mantuvo mi mano sujeta, y cuando entramos el camino se hizo muy estrecho, tanto que cabía una sola persona, no podía ver el final del camino ni cuan lejos era. Pero si tenía un final. Además, a cada lado del camino, se podía observar las almas sumergidas en el dolor. Jesús me advirtió, “Ten cuidado!” y cuando miré de cerca a ambos lados del camino, había un abismo tan profundo que se extendía hasta donde llegaba mi mirada. Descuidándote sólo por un segundo, podías caerte inmediatamente por allí. Me sentí débil, pero continué. Apreté fuertemente la mano del Señor y lo seguí. Mientras más profundo ibamos, a ambos lados del abismo, pude ver incontables Calaveras amontonadas tan altas como el cielo. Lo extraño era que las calaveras no estaban muertas, sino que se movían lentamente como si estuvieran vivas, gritaban como diciendo algo. Los gritos llenaban nuestros oídos. Sonaba como avispas que estaban alrededor de nosotros. Cuando observé detenidamente, las calaveras se movían alrededor y ellas iban desordenadamente subiendo, alguna resbalaba y caía. Luego se levantaban para subir de nuevo. Se quejaban y se gritaban unas a otras, “Oh! Es sofocante! Tú bastarda, muévete! Te vas a mover?”.
Urgentemente, le dije a Jesús, “Por favor, Señor! Es demasiado desagradable. Este olor es putrefacto!. Necesito salir de aquí. Como pueden estar aquí estas calaveras? Estas calaveras, qué tipo de humanos eran ellos?” Cuando le pregunté a Jesús, él respondió, “En este lugar hay ladrones quienes trataron de robar y por error una chispa encendió un fuego y ellos murieron, otros murieron quemados mientras dormían en un hotel, otros seducían hombres y murieron también en el fuego, aquellos que podían trabajar con su cuerpo pero recurrieron a la mendicidad, aquellos que se ahogaron o se accidentaron durante una excursión, quiénes fueron asesinados por sus padres y muchos otros de que murieron de maneras distintas”. Habían incontables calaveras.
Todavía no puedo olvidar las palabras que gritaban. De un lado, ellos decían, “Uds, bastardos! Hay demasiada gente aquí! Este lugar putrefacto me está matando!”. Luego, las calaveras de abajo decían, “Uds bastardas que están en el tope! Nos están estripando! Deténganse!”. Estas calaveras tenían muchas heridas punzantes en sus cabezas.
El Señor y yo caminamos cuando un olor terrible comenzó “Señor, qué es ese hedor? Huele como a carne en estado de descomposición?” y el Señor respondió, “Sí, tienes razón! Mira cuidadosamente!” Y cuando observé, los cuerpos desprendían un líquido que se desbordaba como en un océano. Yo continue, “Señor! No hay calaveras o huesos aquí. Porqué el olor es espantoso?” Jesús dijo, “La carne y los huesos se han podrido.”
Caminamos un poco más y a nuestra derecha había una tierra llana, árida y estéril. Había una planta similar a un cactus, y era enorme, pero este cactus no tenía espinas visibles. En frente de la planta, había un enjambre de insectos diminutos y en la planta, se observaba como algo moviéndose. El tronco era grueso y sus ramas delgadas y abundantes. El color de las hojas se iban tornando gradualmente de verde a rojo.
Jesús me pidió que mirara de cerca. Cuando caminé hacia la planta que parecía un cactus, ví a mi hermano menor en el medio con incontables cuerpos desnudos todos enredados y unidos al cactus. El cuerpo de mi hermano y de los otros estaba cubierto con diminutos insectos. Estos insectos estaban mordiendo la carne de los cuerpos mientras la gente gritaba de dolor. Aunque todos estaban gritando, pude oír la voz de mi hermano muy claramente, “Hermana, Mi querida Bong-Nyo! Porque estás aquí de nuevo? Ouch Esto es insoportable! Muy doloroso!” y continuó gritando. Todos los tipos de insectos mordían y desgarraban la carne. No podía ver la carne, porque los insectos los cubrían y les causaban mucha agonía.
Miré a la derecha del camino y había un hoyo tan profundo como nuestra estatura. Su anchura era apróx tan grande como la mitad de la tierra. El hoyo estaba repleto de gente, tantas que no se podían contar. Estaban todos desnudos y cubiertos de gusanos. Era difícil distinguir si eran gusanos o humanos (Marcos 9:48).
Pensé que iba a desmayarme cuando mis ojos se encontraron con mi madre, quién estaba esperando para entrar en el hoyo. Sorprendida, mi madre gritó, “Mi hija, Bong-Nyo! Escuché que no te sentías bien, pero porque estás aquí de nuevo?” Luego, ella estalló en llanto. “No quiero venir al infierno, pero el Señor continua trayéndome. Qué puedo hacer?” y mi madre comenzó a suplicar al Señor. “Señor! Porque tu estás permitiendo que mi hija me vea sufriendo en el infierno cuando sabes que eso le duele a ella mucho?” y ella lloró y sollozó sin descanso.
“Madre! Aunque te veo sufriendo mucho, no puedo hacer nada para ayudarte. Lo siento!” y mi madre me suplicó. “Por favor, Bong-Nyo! No vengas al infierno. Yo morí y vine aquí a sufrir, pero tu debes continuar siguiendo al Señor hasta el final! No termines aquí como yo, asegúrate de ir al cielo!”
Yo rogué y supliqué a Jesús. “Jesús! He pecado mucho más que mi madre! Yo tiré todo a la basura, incluyendo a mi familia, viviendo egoístamente, y mi madre fue la única que cuidó de mis hijos! Yo fui una que hice todo mal, por favor, envíame a mí en lugar de mi madre! Es totalmente mi culpa! No hay algo que puedas hacer?” Estuve frustrada y desconsolada, entonces, solté el llanto. Lloré y lloré. Empecé a orar al Padre celestial. “Querido Padre celestial, no soportó ver a mi madre en tanto dolor! Por favor, perdónala! Puedes reemplazarme por ella? Es totalmente mi culpa que ella esté en el infierno ahora. Por favor, ayúdame! Dios! Padre!” y en el momento en que yo grité más fuerte, los demonios sin compasión metieron a mi madre en el hoyo.
Quise ir y despedazar a estos demonios en trozos. Mi madre chilló cuando fue atrapada en el hoyo infestado de gusanos. Tan pronto como mi madre entró, los gusanos rápidamente se subieron a ella. Ella continuó llorando en agonía y saltando. Muchas personas estaban como mi madre. Los gusanos penetraban hasta los huesos. Luego, el grito de mi madre se fue hacienda menos intenso. Al mismo tiempo, comencé a escuchar a mi hermano menor sufriendo a mi derecha, y volteé la cabeza, sólo para conseguirme con sus ojos. Mi hermanó gritó “Hermana! Los gusanos están comiéndome. Oh! Tengo mucho dolor! Hermana! Por favor! Súplicale a Jesús que me ayude, ahora!”
Cuando los gusanos entraron en el cuerpo de mi hermano, el veneno que ellos desprendieron hizo que todo su cuerpo se volviera negro. Mi hermano se suicidó pero no tenía idea de que el castigo por este pecado era tan terrible. Le pedí al Señor una vez más que tuviera misericordia de mi hermano, pero el Señor dijo que era muy tarde. Y aún cuando le rogué al Padre, él dijo que no. Pronto el cuerpo de mi hermano, se convirtió en un esqueleto, y aún así continuaba gritando. “Hermana! Deja este lugar pronto!. Nunca debes regresar a este lugar. Entiendes?”
El Señor me explicó la razón por la cual mi hermano y los demás estaban siendo torturados. “Aquí hay hombres que vivieron con dos o tres mujeres, yendo de una a otra; o de un hombre a otro, durmiendo unos con otros, aquellos que se suicidaron, aquellos que iban a la iglesia y cometieron adulterio, otros murieron en las montañas, o asesinados por perros y muchos otros están aquí”.
Una vez más, procedí a tomarme de la mano de Jesús, cuando vi ante mí, una herramienta que me sorprendió. Parecía una cortadora, pero nunca había visto un objeto tan grande y terrorífico como este. Un demonio enorme estaba sosteniéndola y esta, era tan grande como la tierra, estaba preparándose para cortar gente.
Jesús explicó claramente, “Este demonio es el 10amo más grande en el infierno”. Este demonio tiene muchas cabezas, y se ve exactamente como los duendes que he visto en los libros de cuentos. Empezando por la cabeza, luego las piernas y el resto del torso, estaba cubierto de cuernos. El demonio trataba a la gente sin piedad, como polvo.
Mientras estaba mirando al demonio y a mucha gente haciendo una fila, escuché a alguien llamándome “Hermana!, hermana! Sra! Sra!” entonces me volví para escuchar la voz. Me sorprendí, era el papá del pastor Kim Yong-Doo.
El papá del pastor me preguntó, “Por que mi hijo no viene aquí?”. El exclamó que extrañaba mucho a su hijo. “Yong-Doo! Mi amado hijo! Lo extraño mucho!” Gritó. Me preguntó, “Hermana, porque vienes tan seguido para acá?”. Entonces le dije que era Jesús quién me llevaba hasta allá. El hombre continuó “Es verdad que mi hijo es un pastor ahora? Tu asistes a la iglesia de mi hijo?” y cuando yo dije que sí, él continuó. “Porque es que tu vienes constantemente y no mi hijo?” El argumentó en un tono fuerte, pero cuando se dio cuenta de que Jesús estaba al lado mío, su voz se suavizó. Cuando él mencionó a su hijo la primera vez, lo hizo por su nombre de pila pero cuando vió a Jesús, cambió su manera de expresarse y lo hizo con respeto. Empezó a sollozar diciendo “Extraño mucho a Yong-Doo. Desearía poder ver al pastor Yong-Doo”.
El demonio en el infierno que sostenía la cortadora empezó a cortar a la gente que estaba haciendo la fila. No pude ver más esta escena. Los gritos resonaban en mis oídos. Los demonios se estaban regocijando. Cuando le tocó el turno al papá del pastor, él rogó “Hermana, puedes pedirle al Señor para que me salve en este momento? Por favor, te lo suplicó!”. Sabía que no tendría éxito, pero lo hice. “Señor, El es el papa del pastor. Podrías hacer algo por él?” Jesús respondió firmemente, “No hay nada que pueda hacer! Es demasiado tarde!”.
Con cada visita al infierno, había un sentimiento que no podía imaginar, y es un lugar de miseria e infelicidad. Es un lugar que no se puede describir con palabras. Nuestra comprensión humana, entendimiento, sabiduría o conocimiento no sirven en este lugar terrorífico llamado infierno. Sólo existe eterno sufrimiento, agonía y gritos en este lugar.
El Señor mantuvo mi mano sujeta, y cuando entramos el camino se hizo muy estrecho, tanto que cabía una sola persona, no podía ver el final del camino ni cuan lejos era. Pero si tenía un final. Además, a cada lado del camino, se podía observar las almas sumergidas en el dolor. Jesús me advirtió, “Ten cuidado!” y cuando miré de cerca a ambos lados del camino, había un abismo tan profundo que se extendía hasta donde llegaba mi mirada. Descuidándote sólo por un segundo, podías caerte inmediatamente por allí. Me sentí débil, pero continué. Apreté fuertemente la mano del Señor y lo seguí. Mientras más profundo ibamos, a ambos lados del abismo, pude ver incontables Calaveras amontonadas tan altas como el cielo. Lo extraño era que las calaveras no estaban muertas, sino que se movían lentamente como si estuvieran vivas, gritaban como diciendo algo. Los gritos llenaban nuestros oídos. Sonaba como avispas que estaban alrededor de nosotros. Cuando observé detenidamente, las calaveras se movían alrededor y ellas iban desordenadamente subiendo, alguna resbalaba y caía. Luego se levantaban para subir de nuevo. Se quejaban y se gritaban unas a otras, “Oh! Es sofocante! Tú bastarda, muévete! Te vas a mover?”.
Urgentemente, le dije a Jesús, “Por favor, Señor! Es demasiado desagradable. Este olor es putrefacto!. Necesito salir de aquí. Como pueden estar aquí estas calaveras? Estas calaveras, qué tipo de humanos eran ellos?” Cuando le pregunté a Jesús, él respondió, “En este lugar hay ladrones quienes trataron de robar y por error una chispa encendió un fuego y ellos murieron, otros murieron quemados mientras dormían en un hotel, otros seducían hombres y murieron también en el fuego, aquellos que podían trabajar con su cuerpo pero recurrieron a la mendicidad, aquellos que se ahogaron o se accidentaron durante una excursión, quiénes fueron asesinados por sus padres y muchos otros de que murieron de maneras distintas”. Habían incontables calaveras.
Todavía no puedo olvidar las palabras que gritaban. De un lado, ellos decían, “Uds, bastardos! Hay demasiada gente aquí! Este lugar putrefacto me está matando!”. Luego, las calaveras de abajo decían, “Uds bastardas que están en el tope! Nos están estripando! Deténganse!”. Estas calaveras tenían muchas heridas punzantes en sus cabezas.
El Señor y yo caminamos cuando un olor terrible comenzó “Señor, qué es ese hedor? Huele como a carne en estado de descomposición?” y el Señor respondió, “Sí, tienes razón! Mira cuidadosamente!” Y cuando observé, los cuerpos desprendían un líquido que se desbordaba como en un océano. Yo continue, “Señor! No hay calaveras o huesos aquí. Porqué el olor es espantoso?” Jesús dijo, “La carne y los huesos se han podrido.”
Caminamos un poco más y a nuestra derecha había una tierra llana, árida y estéril. Había una planta similar a un cactus, y era enorme, pero este cactus no tenía espinas visibles. En frente de la planta, había un enjambre de insectos diminutos y en la planta, se observaba como algo moviéndose. El tronco era grueso y sus ramas delgadas y abundantes. El color de las hojas se iban tornando gradualmente de verde a rojo.
Jesús me pidió que mirara de cerca. Cuando caminé hacia la planta que parecía un cactus, ví a mi hermano menor en el medio con incontables cuerpos desnudos todos enredados y unidos al cactus. El cuerpo de mi hermano y de los otros estaba cubierto con diminutos insectos. Estos insectos estaban mordiendo la carne de los cuerpos mientras la gente gritaba de dolor. Aunque todos estaban gritando, pude oír la voz de mi hermano muy claramente, “Hermana, Mi querida Bong-Nyo! Porque estás aquí de nuevo? Ouch Esto es insoportable! Muy doloroso!” y continuó gritando. Todos los tipos de insectos mordían y desgarraban la carne. No podía ver la carne, porque los insectos los cubrían y les causaban mucha agonía.
Miré a la derecha del camino y había un hoyo tan profundo como nuestra estatura. Su anchura era apróx tan grande como la mitad de la tierra. El hoyo estaba repleto de gente, tantas que no se podían contar. Estaban todos desnudos y cubiertos de gusanos. Era difícil distinguir si eran gusanos o humanos (Marcos 9:48).
Pensé que iba a desmayarme cuando mis ojos se encontraron con mi madre, quién estaba esperando para entrar en el hoyo. Sorprendida, mi madre gritó, “Mi hija, Bong-Nyo! Escuché que no te sentías bien, pero porque estás aquí de nuevo?” Luego, ella estalló en llanto. “No quiero venir al infierno, pero el Señor continua trayéndome. Qué puedo hacer?” y mi madre comenzó a suplicar al Señor. “Señor! Porque tu estás permitiendo que mi hija me vea sufriendo en el infierno cuando sabes que eso le duele a ella mucho?” y ella lloró y sollozó sin descanso.
“Madre! Aunque te veo sufriendo mucho, no puedo hacer nada para ayudarte. Lo siento!” y mi madre me suplicó. “Por favor, Bong-Nyo! No vengas al infierno. Yo morí y vine aquí a sufrir, pero tu debes continuar siguiendo al Señor hasta el final! No termines aquí como yo, asegúrate de ir al cielo!”
Yo rogué y supliqué a Jesús. “Jesús! He pecado mucho más que mi madre! Yo tiré todo a la basura, incluyendo a mi familia, viviendo egoístamente, y mi madre fue la única que cuidó de mis hijos! Yo fui una que hice todo mal, por favor, envíame a mí en lugar de mi madre! Es totalmente mi culpa! No hay algo que puedas hacer?” Estuve frustrada y desconsolada, entonces, solté el llanto. Lloré y lloré. Empecé a orar al Padre celestial. “Querido Padre celestial, no soportó ver a mi madre en tanto dolor! Por favor, perdónala! Puedes reemplazarme por ella? Es totalmente mi culpa que ella esté en el infierno ahora. Por favor, ayúdame! Dios! Padre!” y en el momento en que yo grité más fuerte, los demonios sin compasión metieron a mi madre en el hoyo.
Quise ir y despedazar a estos demonios en trozos. Mi madre chilló cuando fue atrapada en el hoyo infestado de gusanos. Tan pronto como mi madre entró, los gusanos rápidamente se subieron a ella. Ella continuó llorando en agonía y saltando. Muchas personas estaban como mi madre. Los gusanos penetraban hasta los huesos. Luego, el grito de mi madre se fue hacienda menos intenso. Al mismo tiempo, comencé a escuchar a mi hermano menor sufriendo a mi derecha, y volteé la cabeza, sólo para conseguirme con sus ojos. Mi hermanó gritó “Hermana! Los gusanos están comiéndome. Oh! Tengo mucho dolor! Hermana! Por favor! Súplicale a Jesús que me ayude, ahora!”
Cuando los gusanos entraron en el cuerpo de mi hermano, el veneno que ellos desprendieron hizo que todo su cuerpo se volviera negro. Mi hermano se suicidó pero no tenía idea de que el castigo por este pecado era tan terrible. Le pedí al Señor una vez más que tuviera misericordia de mi hermano, pero el Señor dijo que era muy tarde. Y aún cuando le rogué al Padre, él dijo que no. Pronto el cuerpo de mi hermano, se convirtió en un esqueleto, y aún así continuaba gritando. “Hermana! Deja este lugar pronto!. Nunca debes regresar a este lugar. Entiendes?”
El Señor me explicó la razón por la cual mi hermano y los demás estaban siendo torturados. “Aquí hay hombres que vivieron con dos o tres mujeres, yendo de una a otra; o de un hombre a otro, durmiendo unos con otros, aquellos que se suicidaron, aquellos que iban a la iglesia y cometieron adulterio, otros murieron en las montañas, o asesinados por perros y muchos otros están aquí”.
Una vez más, procedí a tomarme de la mano de Jesús, cuando vi ante mí, una herramienta que me sorprendió. Parecía una cortadora, pero nunca había visto un objeto tan grande y terrorífico como este. Un demonio enorme estaba sosteniéndola y esta, era tan grande como la tierra, estaba preparándose para cortar gente.
Jesús explicó claramente, “Este demonio es el 10amo más grande en el infierno”. Este demonio tiene muchas cabezas, y se ve exactamente como los duendes que he visto en los libros de cuentos. Empezando por la cabeza, luego las piernas y el resto del torso, estaba cubierto de cuernos. El demonio trataba a la gente sin piedad, como polvo.
Mientras estaba mirando al demonio y a mucha gente haciendo una fila, escuché a alguien llamándome “Hermana!, hermana! Sra! Sra!” entonces me volví para escuchar la voz. Me sorprendí, era el papá del pastor Kim Yong-Doo.
El papá del pastor me preguntó, “Por que mi hijo no viene aquí?”. El exclamó que extrañaba mucho a su hijo. “Yong-Doo! Mi amado hijo! Lo extraño mucho!” Gritó. Me preguntó, “Hermana, porque vienes tan seguido para acá?”. Entonces le dije que era Jesús quién me llevaba hasta allá. El hombre continuó “Es verdad que mi hijo es un pastor ahora? Tu asistes a la iglesia de mi hijo?” y cuando yo dije que sí, él continuó. “Porque es que tu vienes constantemente y no mi hijo?” El argumentó en un tono fuerte, pero cuando se dio cuenta de que Jesús estaba al lado mío, su voz se suavizó. Cuando él mencionó a su hijo la primera vez, lo hizo por su nombre de pila pero cuando vió a Jesús, cambió su manera de expresarse y lo hizo con respeto. Empezó a sollozar diciendo “Extraño mucho a Yong-Doo. Desearía poder ver al pastor Yong-Doo”.
El demonio en el infierno que sostenía la cortadora empezó a cortar a la gente que estaba haciendo la fila. No pude ver más esta escena. Los gritos resonaban en mis oídos. Los demonios se estaban regocijando. Cuando le tocó el turno al papá del pastor, él rogó “Hermana, puedes pedirle al Señor para que me salve en este momento? Por favor, te lo suplicó!”. Sabía que no tendría éxito, pero lo hice. “Señor, El es el papa del pastor. Podrías hacer algo por él?” Jesús respondió firmemente, “No hay nada que pueda hacer! Es demasiado tarde!”.
Le respondí al padre del pastor Kim, “Señor, no tengo la fuerza para ayudarlo. Aunque el Pastor Kim Yong-Doo estuviera aquí, sólo podría mirar y no podría ayudarlo. Le hablaré de ti. Lo siento mucho, señor. No puedo ayudarlo”. Antes de que pudiera terminar mi respuesta, el demonio comenzó a cortar furiosamente los dedos de los pies del papá del pastor uno por uno. El demonio comenzó a cortar en tiras el resto de la pierna del señor como si fuera un rábano. “Ay! Por favor, Sálvame! Lo siento, por favor, deténgase! Perdóname”. Fue horrible, porque en el infierno no existe la muerte; los gritos y la realidad del dolor llenaban el ambiente.
Así como en el mundo físico, uno sangra y todos los sentidos existen; así es en el infierno, se siente cada dolor y se sufre terriblemente. Cuando terminó con una pierna, el demonio siguió cortando la otra. No pude soportar ver esta terrible escena con mis ojos. No sé como describirla en palabras. Miré a Jesús y grité “Señor! Tengo mucho miedo!”.
El papá del pastor lloraba y en medio del dolor decía “Ay de mí! Yo morí por una enfermedad, y pensé cuando que cuando estuviera muerto todo habría acabado y estaría sin preocupaciones. Pensé que descansaría en paz sin tener que trabajar! Pero no es así!” y el movía su cabeza de lado a lado violentamente con amargura. Después de cortarle la pierna, el demonio gritó “Ahora, debo comenzar con tu cuerpo?” y cortó su torso vertical y horizontalmente. Tomó las piezas y las cortó en piezas más pequeñas, y más pequeñas.
Ah! Cómo puedo describer esta escena? Las escenas que estaban delante de mi, son la realidad del infierno. No fue un sueño. El demonio sabía exactamente que Jesús y yo lo estabamos viendo, pero fue indiferente y se concentró en su trabajo. El infierno es un lugar miserable donde no se hay sentido común, valores humanos o conciencia.
Después de todo esto, el demonio tomó los restos de lo que quedaba de las cabezas y los desmenuzó con su mano. La cabeza luego la cortó en pedazos y la colocó a freir en un sartén enorme. Este sartén tenía aceite hirviendo. Me sorprendí. Las llamas estaban bajo el sartén cubriendo sus lados. Los demonios encargados de freír las partes del cuerpo estaban eufóricos y la atmósfera como si hubiese una fiesta. La gente gritaba en agonía. La única cosa que no se frió fueron los huesos. El sartén tenía un mango grande y cuando los cuerpos se movían, los demonios celebraban. “Una vez más, hoy, nos saciaremos! Tenemos mucho para comer!” y cantaban una canción extraña y aplaudían. En ese momento, un gritó provino de dentro del sartén. “Hey, uds, bastardos! Sáquenme de aquí! Me están quemando vivo! Sáquenme ya!”. Un demonio se acercó y con una cuchara grande removió como si estuviera cocinando algo. Los gritos sonaron como cuando se cocinan cotufas. Los demonios decían, “Hoy, hemos tenido un gran día porque mucha gente nueva llegó al infierno, no es por eso que estamos celebrando y friéndolos ahora?” y se gozaban con eso. Estaba en shock, y no quise seguir viendo más esta escena.
“Señor, por favor! Salgámos de aquí ahora! Quiero salir de este lugar lo más pronto posible!”. Cuando le rogué al Señor, estuvo de acuerdo. “Si, es tiempo de irnos!”. Rápidamente, pasamos a otro lugar.
Seguimos descendiendo, la expresión de Jesús era de tristeza. Le pregunté “Jesús! Cuál es el problema? Hay algo mal?” Jesús respondió “El destino siguiente es la parte del infierno donde mis dos hijas están sufriendo”. Me quedé contrariada y pensé para mi misma, “Escuché que el Señor nunca se casó cuando estuvo en la tierra, qué es lo que está diciendo?” y me sorprendí. Jesús dijo, “No has estado en la iglesia por mucho tiempo, así que no conoces esto. Pero cuando regreses, pregunta en detalle acerca de lo que voy a mostrarte!”
El contenido de la historia es este: hubo dos hermanas cuyos esposos murieron, debido al juicio de Dios, y las hermanas no concibieron hijos. Las dos hermanas emborracharon al padre y luego se acostaron con él, primero la hija mayor y luego la menor al día siguiente, usando el mismo método y ambas tuvieron hijos (Génesis 19:31-38). Fueron las hijas de Lot, el sobrino de Abraham.
Jesús me mostró ese lugar, y ellas estaban en el medio de un foso ardiente gritando desesperadamente. El Señor estaba muy molesto y afligido con mucho dolor por lo que decidió que debíamos irnos rápidamente. El Señor dijo, “Bong-Nyo! Mi corazón está dolido a causa de estas dos hermanas, y conozco tu dolor, cuando ves a tu familia en el infierno. Pero, quiero que reflexiones en lo que has visto”. Cada vez que Jesús me llevaba al infierno, me compartía lo mucho que le dolía su corazón, pero esto lo guardó. Jesús dijo “Vámonos del infierno ahora!” y regresamos a la iglesia.
“Señor, por favor! Salgámos de aquí ahora! Quiero salir de este lugar lo más pronto posible!”. Cuando le rogué al Señor, estuvo de acuerdo. “Si, es tiempo de irnos!”. Rápidamente, pasamos a otro lugar.
Seguimos descendiendo, la expresión de Jesús era de tristeza. Le pregunté “Jesús! Cuál es el problema? Hay algo mal?” Jesús respondió “El destino siguiente es la parte del infierno donde mis dos hijas están sufriendo”. Me quedé contrariada y pensé para mi misma, “Escuché que el Señor nunca se casó cuando estuvo en la tierra, qué es lo que está diciendo?” y me sorprendí. Jesús dijo, “No has estado en la iglesia por mucho tiempo, así que no conoces esto. Pero cuando regreses, pregunta en detalle acerca de lo que voy a mostrarte!”
El contenido de la historia es este: hubo dos hermanas cuyos esposos murieron, debido al juicio de Dios, y las hermanas no concibieron hijos. Las dos hermanas emborracharon al padre y luego se acostaron con él, primero la hija mayor y luego la menor al día siguiente, usando el mismo método y ambas tuvieron hijos (Génesis 19:31-38). Fueron las hijas de Lot, el sobrino de Abraham.
Jesús me mostró ese lugar, y ellas estaban en el medio de un foso ardiente gritando desesperadamente. El Señor estaba muy molesto y afligido con mucho dolor por lo que decidió que debíamos irnos rápidamente. El Señor dijo, “Bong-Nyo! Mi corazón está dolido a causa de estas dos hermanas, y conozco tu dolor, cuando ves a tu familia en el infierno. Pero, quiero que reflexiones en lo que has visto”. Cada vez que Jesús me llevaba al infierno, me compartía lo mucho que le dolía su corazón, pero esto lo guardó. Jesús dijo “Vámonos del infierno ahora!” y regresamos a la iglesia.